Mi relato de madre a madre
Tenía muchas ganas de contarte mi proceso de destete nocturno. Creo que todas las madres cuando pensamos en el destete, necesitamos refugio en los relatos de destetes de otras mujeres.
Cuando empecé a plantearme el destete nocturno, recordé la importancia de esta red de apoyo y sostén que creamos las mujeres en torno a nuestras crianzas. Necesitamos estar para acompañarnos.
Cuando decidí contar por stories en mi cuenta de Instagram que había iniciado el destete nocturno recibí muchísimos mensajes de muchas madres pidiéndome ayuda y preguntándome cómo lo había hecho porque ya no sabían cómo intentarlo.
Y es que en una sociedad donde no nos criamos ni nos relacionamos en nuestro día a día con mujeres que amamantan, nos sentimos perdidas.
¿No te recuerda esto al inicio de la lactancia? Lo que esperamos de ella frente a lo que termina siendo.
Ojalá algún día podamos recuperar el conocimiento sobre nuestros cuerpos y nuestros procesos.
Por eso, si cada vez la palabra destete está más presente en tu cabeza, te mando un abrazo fortísimo.
La culpa que sentimos las madres
Sé lo duro que es y la culpa tan abrumadora que te invade. Te prometo que con el paso del tiempo lo verás de otra forma. Al fin y al cabo, es un duelo, y hay que vivir cada una de sus emociones y validarlas. Y si podemos atravesarlo acompañadas, mejor.
Espero poder acompañarte a través de mi experiencia con este relato, de madre a madre.
La crisis de los dos años
Todo empezó a los 18 meses. Empecé a notar un aumento de demanda increíble tanto de día como de noche, acompañado de un aumento muy considerable de despertares.
Al principio como en todas estas “crisis”, respiré hondo y pensé “ya pasará, solo es una crisis más”.
Pasamos la crisis de los 15 días, la de los 3 meses, las infinitas regresiones de sueño desde los 4 hasta los nosecuantos meses, la ansiedad por separación entre los 7 y 15 meses, la crisis del año...y yo pensé que iba a poder con esta.
Spoiler: no pude. Y tras llorar mucho y pensarlo muchísimo, me he dado cuenta de que está bien darse cuenta de que en algunos puntos de nuestra maternidad necesitamos todo lo contrario que nuestros bebés (o al menos, poner nuestro bienestar a la altura del bienestar de nuestras hijas).
Los lagrimones me comían, y me siguen comiendo a veces. ¿Cuándo decían que se iba la culpa?
Pasaban los días y las semanas y no pasaba, sino que iba a más. Mi hija pedía pecho a cada rato y era imposible negociar con ella para acortar o posponer las tomas.
Empezaron las primeras rabietas cuando le decía que no, y empezó el malestar, porque acababa cediendo con tal de resolver la situación lo más rápido posible.
En mi mente cada vez estaba más claro que nos habíamos metido en la crisis de los dos años, y como dijo mi consultora de lactancia, esta es “Noe, esta es la traca final”.
Agitación por amamantamiento
Cuando me di cuenta, estaba inmersa en un bucle de tomas de las cuales no disfrutaba ni la mitad y empecé a sentir mucha agitación e incluso a sentirme enfadada con mi hija.
Tenía una sensación muy animal de quitármela del pecho constantemente. Si algo tenía claro desde que decidí dar el pecho, era que esta lactancia duraría el tiempo que fuese disfrutada, porque yo no merezco ni quiero pasar por esto. ¿Te suena esta situación?
Paralelamente, empezaba a escuchar las preguntas que sabía que iban a llegar por parte del entorno en algún momento de mi lactancia:
“¿todavía tienes leche?” “¿mama por vicio o sale aún leche?” “normal que no duerma del tirón si aún le das pecho por la noche”.
Menos mal que fueron pocos y no de mi entorno más cercano, porque en plena crisis y agitación, lo menos que necesita una madre es aguantar faltas de respeto y opiniones no pedidas.
Y sí, sé que no era la mejor opción empezar el destete en plena crisis, pero no me dio tiempo a verla venir tan pronto y tan rápido.
De hecho, yo ni siquiera tenía planeado empezar el destete. Así que en mi caso me pilló totalmente desprevenida y con una necesidad muy fuerte de hacerlo ya.
Nos vemos en la segunda parte, donde te contaré cómo fue el destete nocturno con un bebé de casi dos años. Puedes leer la segunda parte aquí.
Te mando un abrazo super fuerte.